[ASI LO VIMOS, ASÍ LO VIVIMOS] CALAMARO: El protagonismo de un repertorio

DATOS DEL CONCIERTO

Artista: ANDRÉS CALAMARO

Festival: Guitar BCN

Promotora: The Project

Fecha: 3 junio 2023

Crónica: Yolanda Llopis | Fotografía: Ramon Hortoneda

 

La trayectoria de Andrés Calamaro alcanza ya la categoría de leyenda de la música. Entre sus composiciones se encuentran verdaderos himnos generacionales, pero sus inquietudes le convierten en un explorador de géneros y estilos, en un cantante de tango y de bolero, en un frontman del rock o del pop, y en definitiva en un artista prolífico, respetado y presente. Así que leyenda sí, pero, como Elvis, muy viva.

Barcelona lo acoge siempre con los brazos abiertos. La comunidad catalano-argentina lo adora, así que en una ciudad hasta la bandera en fin de semana de Primavera Sound y Fórmula 1, a nadie le extraña que el Gran Teatre del Liceu luzca un sold-out para recibir con la euforia habitual a Calamaro en el marco del Guitar BCN.

Aparece más contenido y menos elocuente que en otras visitas. Siempre es una incógnita saber a priori qué Calamaro nos visita, y personalmente agradezco cuando el foco está en su cancionero y no en su verborrea, no exenta de polémica. Tengo la sensación de que, ubicado tras sus gafas y sus teclados a la derecha del escenario, hoy cede, de forma generosa, todo el protagonismo a sus músicos, a quien hace brillar en la oscuridad de un recinto tan imponente. Y es que incluso la belleza del Liceu pasa a un 2º plano, cuando pide bajar las luces para crear la intimidad que merece el selecto repertorio que nos ha preparado.

Fotografía: Ramon Hortoneda

El Tour 23 no viene con nuevo trabajo, ya que “Dios los cría”, su último disco de duetos, es de 2021 y ya fue presentado el verano pasado en la ciudad, pero quién necesita otro disco para salir de gira si te llamas Andrés Calamaro. Para cualquier músico, elegir repertorio puede convertirse en un ejercicio complejo, y en su caso podría rozar ya el drama. Pero el Salmón lo resuelve de forma sobresaliente.

22 temas que por arte de medleys se transforman en 29, aderezados con otros tantos guiños y referencias a clásicos, ajenos o propios, como la mítica “Mil horas” de los añorados “Abuelos de la nada”.

Así pues, tras los coros iniciales del público que canta su nombre, Output Input da inicio a la noche.

Fotografía: Ramon Hortoneda
Fotografía: Ramon Hortoneda

Le sigue “Cuando no estás”, y el primer medley, encadenando “La Libertad”, “Carnaval de Brasil” y “Diego Armando Canciones”

Calamaro sale de su rincón y avanza con la guitarra al centro del escenario para cantar “Verdades afiladas” y “Mi Gin Tonic”.

Tras “Rehenes”, momento para recordar que el día anterior acaba de salir “Razzmatazz”, el directo del concierto dado en 2010 en esta sala. Momento también para presentar a los músicos que le acompañan: Mariano Domínguez al bajo, Martin Bruhn en la batería, Julian Kanevsky en guitarras y Germán Wiedemer al piano y órgano.

Fotografía: Ramon Hortoneda

Y el grandísimo regalo, la colaboración en una buena parte de la velada de Niño Josele y su virtuosismo a la guitarra española.

Con Josele sentado en el centro del escenario, y bajo un halo de luz del que va entrando y saliendo Calamaro, los dedos y las cuerdas empiezan su magia para dar vida a “Media Verónica”.

Permitidme destacar, sin duda alguna, la magnífica intro a guitarra española de ese momento en que el Liceu se convierte en un grandioso estadio. Siempre esa cartasis en la que que todos sentimos haber conocido, de niños, el mítico “Estadio Azteca”. Al final del tema, como es costumbre, Calamaro nos ayuda a salir de la cancha recitando unos versos de homenaje al arte del cante.

Tras “Los aviones”, llega el primer guiño a Los Rodriguez. “Para no olvidar”, con Calamaro maracas en mano, sirve también para finalizar esta primera intervención del guitarrista flamenco, que se retira del escenario entre aplausos.

“All you need is pop”, “Me arde” y nuevo medley en el que concentrar 2 grandes temazos como “La parte de adelante” y “Loco”, con el “Corte de huracán”, antes de recordar a “Maradona”, que parecía estuviera entre la audiencia, y regalarnos ya desde el teclado, cada uno de los instantes de “Tuyo siempre”

A continuación, momento de pleitesía a Los Rodríguez, grupo tan breve como trascendental, encadenando “Mi enfermedad”, “Todavía una canción de amor” y “Dulce Condena”. En el combo, se cuela también “Te quiero igual” de su “Honestidad brutal”, discazo del que precisamente en 2021 sacó una edición extra “Honestidad extra brut”.

A estas alturas el Liceu, lógicamente, está de pie desde platea hasta más allá de cualquier palco y altura.

Fotografía: Ramon Hortoneda

Sin rendición, llegamos a la guinda que supone que Niño Josele reaparezca para dar todos los punteos que necesita “Sin documentos”.

Coreamos “Flaca” como si no hubiera mañana y me divierte la ironía que supone cantar “Alta suciedad” en el feudo burgués que representa recinto en el que nos encontramos. Señor banquero, devuélvame el dinero!!

Para la recta final, deja que sea la audiencia quienes cantamos “Paloma” al unísono, y ya en los bises, 2 temas imprescindibles. Porque me resulta imposible concebir un concierto de Calamaro sin olvidar lo que pasa con “Crímenes perfectos”. La moneda siempre cae a favor de las emociones y la exaltación.

Fotografía: Ramon Hortoneda

De igual modo, los “lolololos” de “Los chicos” nos sirven para recordar a aquellos amigos ausentes que se han ido primero, y para dejarnos la melodía resonando en la cabeza más allá de las Ramblas, en el camino de vuelta a casa.

Buen broche final y un Calamaro que parece irse satisfecho de la faena, con la americana de torera. Lo confirma de madrugada en su Instagram. Contento y agradecido, habla más de lo que lo ha hecho en todo el concierto, y espera seguir llevando esta gira a otras plazas.

Yo también repaso sensaciones, algún vídeo, alguna foto… y pienso que hoy he visto al Andrés cantante, al que como él mismo decía en 2004:

“Yo soy el cantante
Que hoy han venido a escuchar
Lo mejor del repertorio
A ustedes voy a brindar”

Y antes de cerrar los ojos, y los pensamientos, sé que escribiré una crónica en la que diré que Calamaro nunca deja indiferente. O lo adoras, o todo lo contrario. Y yo… yo lo adoro.

 

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