DATOS DEL CONCIERTO
Artista: Silvia Pérez Cruz y Juan Falú
Fecha: 16 de noviembre de 2024
Lugar: Palau de la Música Catalana, Barcelona
Festival: Festival de Jazz de Barcelona
Promotora: The Project
Crónica: Yolanda Llopis
Fotografías de archivo: Web Festival Jazz Barcelona | Yolanda LLopis | Carlota Figueras
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Silvia Pérez Cruz y Juan Falú: abrigando el corazón con conversaciones de folclore a voz y guitarra
Un poco de contexto para entender en toda su dimensión lo vivido en el Palau de la Música, dentro del marco del 56 Festival de Jazz de Barcelona.
Un recital a dúo, desnudo, voz y guitarra, las de Silvia Pérez Cruz y Juan Falú. Un diálogo deseado por la catalana que durante años hizo lo imposible por coincidir en el escenario con el músico y cantante argentino. Perseverancia que al final entrelaza caminos y no solo de escenario, sino también de estudio de grabación. El fruto, “Lentamente”, un trabajo de 10 temas enraizadas en el folclore latinoamericano, y una serie de encuentros en ciudades como Girona, París o Jerez, y sin duda, como el de esta noche en la ciudad condal.
Tras ponerle también contexto a la noche, el director del Festival de Jazz de Barcelona, que recibe al público y ejerce de maestro de ceremonias, Silvia Pérez Cruz irrumpe con su sonrisa luminosa. Acaba de llegar de Miami donde ha ganado su primer Latin Grammy junto a Residente, al mejor vídeo musical en versión corta por 313, que cuenta con la participación de la actriz Penélope Cruz. Ha dormido solo 3 horas, pero está radiante, vestida en un precioso diseño de transparencias negras que también ha lucido durante la gala de entrega de premios.
Ocupa el centro del escenario y se dirige al público con su mejor carta de presentación, su voz desnuda (si es que puede calificarse de desnuda una voz tan sensible como prestidigitadora de tesituras y matices) y una declaración de intenciones: “La capitana”, canción publicada en 2024, es un himno a la igualdad, a la mujer sensible y fuerte, a la mujer elevada a la categoría de sirena y capitana.
Está feliz de estar en el Palau, un entorno tan bonito y tan rico en detalles. Mientras nos habla, con su voz casi susurrante, surgen algunos ruidos en platea que no le pasan desapercibidos y que interpreta a su manera, dando la bienvenida al fantasma de la noche.
Pero a quien tiene verdaderas ganas de presentar es al artista con quien compartirá escenario, y de quién se enamoró tras conocerlo en 2016. En palabras de Pérez Cruz, Juan Falú es el mejor guitarrista. Tras los elogios, el músico de Tucumán entra con afabilidad en el rostro y se sienta con su guitarra, acariciando sus cuerdas mientras Silvia canta con el alma y con las manos.
Al finalizar los dos temas iniciales del repertorio, brindan con vino uniendo las copas que tienen de único atrezzo junto al atril, y Juan dirige sus primeras palabras para confesarse acompañado, abrigado y agradecido por lo que está sucediendo.
También le otorga un valor agregado al arte de Silvia en la valentía de asumir un repertorio argentino que, humildemente, confiesa que es el único que él puede hacer. Aquí nos engaña un poco (o un mucho) este maestro de la guitarra, porque el viaje que nos espera es una auténtica ruta de exploración por el folclore, no solo del norte de Argentina de donde es originario, sino que pasearemos también por boleros cubanos y mexicanos, por los caminos de la bossa nova brasileña o por la tradición y simbología catalana. Pero eso, los allí presentes, todavía no lo sabemos.
Es noche de viaje y aprendizaje. Así que empieza por reflexionar sobre su tierra y el momento difícil que está atravesando. La importancia del cancionero reside en que son precisamente las canciones las que nos permiten recordar quiénes somos, quienes fuimos y quienes podemos ser. Cómo es posible que, con tanta belleza, se puedan llegar a situaciones tan indeseables como la actual, se lamenta el músico.
Nos presenta los dos temas ya realizados y aprendemos de la zamba, un género que es una especie de himno musical de la región noroeste de Argentina. Y nos remarca que es zamba con “zeta”, ya que de ser con «s» estaríamos hablando de otro género, igualmente bello.
El primer tema nos ha hablado de nostalgias, y el segundo nos ha regalado una tesitura más romántica. Para el siguiente, nos anuncia una dosis algo más picante, y es que es momento de descubrir el ritmo alegre y vital de las chacareras, otra danza tradicional de su región. El tema es “Chacarera de las piedras”, y también está incluido en su trabajo con Silvia.
Como ya hemos dicho, es un concierto para aprender y profundizar en el folclore argentino del que Juan Falú es bandera. Y con “Algarrobo”, el 4º tema de la noche, conoceremos la vidala. Un género más reflexivo, de gravedad. La vidala canta a la vida, a la muerte, al amor, al olvido, a la tierra. Las vidalas suelen ser tranquilas y no se bailan. Todos los pueblos tienen en su folclore algunas canciones que no se bailan, sino que son para escuchar la palabra. En su tierra la vidala es muy querida. Además, no transitan nunca por los medios de comunicación. Hacer vidalas, dice, es como enrolarse en una especie de ejército de resistencia cultural.
La noche sigue con “Algarrobo”, tema perteneciente a un poeta de Tucumán, y con un lloro brasileño, «Sampa», del gran Caetano Veloso, que es una abreviación de Sao Paulo, ciudad en la que el artista ha vivido durante 8 años.
Para continuar, tenemos en el repertorio de la noche un tema propio del compositor. Es instrumental, y es tal el despliegue de arte, que ya le aplaudimos incluso cuando afina. Lo presenta al final, recitando algunas letras de copla.
En este camino del saber, no me olvido de Silvia. Su voz grita, susurra, ríe y llora, desde una musicalidad desbordante. Una voz que hace más que, entrelazada con la guitarra, dice Falú que le recuerda lo sagrado de la música.
Pero siguamos el viaje. Y qué sería de Argentina si el tango, y en este caso es Silvia quien se encarga de presentar un clásico, “Nostalgias”, que escuchó con tan solo 13 años en la voz de Mayte Martín y el virtuosismo al piano de Tete Montoliu. Canciones como ésta, que no están en el disco, van fluyendo en el diálogo de los 2 artistas. Surgen con naturalidad, con un «…te sabes esta?» «…¿probamos de cantar aquella» y por suerte, las podemos celebrar en los directos.
Enlazan 2 temas y dedican “Oración del remanso” en forma de abrazo a todos los afectados por la Dana. La delicadeza con la que es cantada arranca unos aplausos finales que sobrecogen y nos hacen tener el corazón y el pensamiento al lado de nuestros hermanos valencianos.
Tras una magnífica “Hierbabuena” de voz tan inclasificable como indomable, con aquella técnica que alcanza la perfección con la improvisación, en absoluta libertad, volvemos al disco, y también a la zamba. En esta ocasión de la mano de un clásico llamado “Piedra y camino” de Atahualpa Yupanqui, gran narrador y reivindicador del criollismo en la cultura argentina. Los giros de la maravillosa voz de Silvia parecen saltar cada piedra para recorrer todos los recodos del camino por el que nos guía la canción.
Volvemos a Brasil de la mano de “Meu coraçäo», y antes de ofrecernos el siguiente tema, un poco de prácticas en el escenario, que se convierte en un pequeño rincón de ensayo ante un Palau en sold out que observa con respeto desde la oscuridad. Nos quieren ofrecer un regalo (uno más), en forma de bolero. No lo tocan habitualmente, y de hecho, es un bolero en mayúsculas. Su autor es el guitarrista cubano César Portillo de la luz, y ha sido interpretado por numerosas primeras figuras de la interpretación a lo largo del tiempo. Si, efectivamente, “…no hay bella melodía, en que no surjas tú, ni yo quiero escucharla, sin no la escuchas tu… Contigo en la distancia, amada mía, estoy.” Sin palabras.
Silvia Pérez Cruz anuncia el tema final de la noche, no sin antes agradecer a todo el equipo que ha estado en la producción del show, al fantasma burlón que ha ido apareciendo y cuyo mensaje todavía no sabemos muy bien cómo interpretar, y especialmente emotivo es el agradecimiento a su partner de escenario. Sentimiento claro y palabras insuficientes, según la artista, para expresarlo. Aunque no es del todo cierto, porque sabe encontrarlas cuando nos confiesa lo afortunada que se siente de poder contar con Juan Falú, alguien que hace que todo sea sencillo y quien la lleva a volar en un sentimiento de libertad.
Las palabras del argentino tampoco se quedan cortas. Para él la música es sagrada. Y cuando la música nos trae sonidos de la tierra, todavía lo es un poco más. Encontrar una cantora como Silvia Pérez Cruz es un regalo inesperado tras una larga vida. Siempre ha tenido encuentros hermosos en el mundo de la música, y el encuentro con la artista de Palafrugell es un regalo que guardará en el fondo más protegido del corazón. Hablan palabras de amor, admiración y gratitud.
Las cuerdas de Falú y los giros vocales de Pérez Cruz se unen de nuevo en la interpretación de una icónica pieza, el bolero, “20 años” de la cubana Maria Teresa Vera, “con que tristeza miramos, un amor que se nos va, es un pedazo del alma, que se arranca sin piedad.”
Saludan de pie, con los focos del impresionante Palau cayendo sobre ellos y dibujándoles destellos en sus caras radiantes. La música produce felicidad, no hay duda. Y la complicidad entre los dos artistas se traslada de nuevo a su diálogo de voces y guitarra.
Silvia dedica el siguiente tema a una persona que ya no está aquí. Un cálido abrazo en forma de canción para la familia de The Project por la pérdida de alguien que ha sido parte fundamental, como su cofundador Joan Rosselló. El aplauso cerrado que sigue también está cargado de emoción.
El tema dedicado es, en esta ocasión, una canción tradicional catalana, que ha trascendido tanto como canción de cuna como de villancico navideño. “El noi de la mare”, en la que hace partícipe a todo el público en los coros. Ternura máxima, y Silvia con cancionero en mano asemejándose a una maestra recitadora, dirigiéndonos a todos en un intento de única voz. Desde luego, lo que si hay es un único sentir ahora mismo en cada rincón del recinto modernista de Lluís Domènech i Montaner.
Aunque la conexión emotiva aún sube unas notas más al cantar “Abril del 74” de Lluis Llach. Silvia, Juan, os merecéis un ram de flors vermelles tras este viaje al cau de la sirena.
Cantar juntos va siempre bien. Formar parte de una comunidad que canta y se emociona, es algo así como curación y sanación. Y como están muy contentos sobre el escenario, todavía nos van a ofrecer otra más, y ahora sí es la última, en forma del clásico mexicano «Cucurrucucú paloma»
Del empeño de Silvia Pérez Cruz en conocer a Juan Falú, de cantar con él, de ese marzo del 2022 en el Café Berlín de Madrid donde él actuaba y ella se presentó sin tan siquiera un ensayo previo. De la fuerza interior y el arte unidos de una forma tan sencilla y a la vez tan única. De esos caminos por las raíces y la tierra. De ahí salen interpretaciones que honran unos orígenes, unas historias. Lo saben hacer muy bien. Son excelentes narradores y mejores maestros. Y con sus conversaciones de folclore a voz y guitarra, nos abrigan el corazón.