DATOS DEL CONCIERTO
Artista: Éxtasis
Fecha: 26 de octubre de 2024
Lugar: Razzmatazz 2, Barcelona
Fotografías: Elena Rubio | Crónica: Yolanda Llopis
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El momento de Éxtasis
No consigo recordar cuándo ni cómo se colaron en mi setlist particular, probablemente en tiempos de confinamiento a través de alguna versión de Calamaro que Gerard Giner hizo desde la terraza de Blind Records, el santuario de Santos y Fluren donde el cantante de Éxtasis trabaja, produciendo también al futuro del indie rock de la casa.
Lo que sí sé es que en otoño de 2021 los vi por primera vez en La Nau, de Barcelona. Me parecieron tantos que no sé ni cómo cabían en el escenario, y además se permitieron invitar a amigos como Suu, con quien acababan de sacar “Cançons lentes”, el tema que quizás les dio un empujón para llegar a donde están hoy.
3 años de ir confeccionando meticulosamente canciones y de algunos escenarios después, el de la mítica Plaza del Trigo del Sonorama incluido, el repertorio de la banda se materializa en un primer disco, “No sé PK”, presentado con sold out en la sala 2 de Razzmatazz. ¡No está nada mal!
Más allá de su evolución y de la ilusión de tener su álbum de debut entre las manos, 10 temas con los que seguir abriendo puertas y tratar de tú a tú a quien esté detrás, Éxtasis tiene la esencia de aquellas bandas que tienen que verse en directo.
Aquel octubre de hace 3 años salí de su concierto pensando que eran la Leiband catalana, y me mantengo firme en el símil. Son una banda de rock que disfrutan en el escenario, y eso es garantía de gozada colectiva.
La complicidad y el estar pendientes unos de otros, es marca de la casa. No hay como ser, además, una banda de amigos… pero de amigos-amigos. Basta saber que Gerard, Guero y Putxi antes que estudios de grabación y escenarios, compartieron guardería. Y cuando creces con tus bros y sueñas en que tu forma de vida sea componer y tocar tus propias canciones, el camino, aunque tenga curvas, está marcado.
Vientos, teclados, guitarras y mucha actitud. Creérselo y a por todas.
En el escenario, los Éxtasis crecen, y a la voz y guitarra de Gerard, los teclados de Guero y el saxo de Putxi, se unen más guitarras, Potter a la percusión, David a los bajos y Héctor a la batería.
El concierto de Razz se vive como una puesta de largo. Se nota en sus redes sociales los días previos, y lo noto también al llegar a la sala, repleta de caras amigas con ganas de decir “yo estuve ahí”. Y es que, tras 4 años de currárselo mucho, hoy hay sensación de despegue.
Los amigos no solo están entre el público. Veo a la incondicional Júlia Millet preparada para hacer fotos en el foso, a Willy Tornado en un lateral, asumiendo funciones de backliner, y también es evidente la amistad con los músicos que abren la noche, a quien Gerard produce: Fran Torrella y Néstor Viñas, quienes en formato trío aprovechan para alternar temas de su propio repertorio, que encajan muy bien en la velada.
Las voces grabadas del inicio de “No sé cuánto tiempo” entre luces azules y los gritos y aplausos del público, acompañan la entrada de la banda.
Irrumpen con un outfit de negro riguroso y con algún pequeño ajuste inicial en “Tq pero” que no impide colocar la energía bien arriba desde el primer minuto. Cuando arranca “Volver a las andadas”, diría que se sienten tan cómodos en el escenario como si llevaran medio concierto a las espaldas.
Tras “No sé cuánto tiempo” que enlazan con una festiva versión del “Quédate” de Quevedo, Geri toma la palabra preguntando cuánta gente viene de fuera. Y no son pocos, lo que es una muy buena excusa para seguir flipando sin disimulo desde arriba el escenario.
“Bienvenida” y “Fin del mundo” dan paso a “Escalera Azul”, una perla escondida entre los temas más pop o con más repercusión del disco, para mostrar a los Éxtasis más intimistas.
“No sé pk”, la canción que da título al álbum es la escogida para seguir con el show.
Después de las heridas escondidas de “Echar la vista atrás” Geri pide silencio para dar las gracias.
Agradecen a todo el mundo, a la gente de la ofi, a las familias, a las parejas, a sus productores, y les dedican uno de sus primeros temas. “Vivir lento” es ya de la gente, que la canta en la sala, luces de móviles encendidas y besos y complicidad entre los 3 protagonistas de la noche, que se han quedado solos en el escenario. Gerard baja al foso y las caras se iluminan para conectar con él mientras encaja manos, señala, sonríe hasta donde le alcanza la mirada, y todos pensamos cantando en voz alta “quiero poder vivir lento y perder la noción del tiempo”.
La banda vuelve para seguir con la 2ª versión de la noche, en la que desacomplejadamente reivindican a Melendi y su “Hablando en plata”.
Aunque a mí me fascina otra influencia más que evidente en estos amigos de Viladecavalls, como la de Sidonie, con quienes grabaron “EL ROCK”, tema en mayúsculas que enloquece a todos, arriba y abajo. ¿Y de quién va a ser la culpa de toda esta movida, sino del rock?
Y ya puestos, sigamos moviéndonos al ritmo de “Te vi bailar”, el hit presentado antes del verano.
El concierto, adelantado un poco tras coincidir con un clásico Madrid-Barça que no impide el llenazo, empieza a acercarse a su fin, aunque todavía quedan 3 bazas importantes.
Tras los bises, la primera de ellas. Sillas en el escenario y 2 invitadas: Paula Erre y María la Blanco. Voces de lujo y teclado inicial para la intro de “Ojitos marrones”. Después, cada uno ocupa su lugar en el escenario, aunque con el subidón Gerard no puede evitar volver a sentir el aliento del público en la cara y baja de nuevo al foso. Es un temazo al que los coros aflamencados le dan un plus, y donde creo que más se nota esa presencia Melendi. El estribillo es de los que, al día siguiente, aún juguetea en tu cabeza.
La penúltima canción de la noche es mi debilidad, porque con ella nació el flechazo. Su primer gran éxito, “Cançons lentes”. Y si a alguien no le gusta Quique, Sabina o las canciones lentas, desde luego, no está en Razzmatazz esta noche.
Ha pasado casi una hora y media desde el inicio del concierto, y como dicen en “Tiburón”, nada dura para siempre. Acabamos el concierto por todo lo alto con mucho ruido de instrumentos y mucha felicidad en el ambiente.
Solo nos queda pasarnos por El Peor Bar del mundo y llevarnos a casa este primer disco firmado, compartir la alegría de la noche y el convencimiento de que esto va muy en serio, y que este potencial que por aquí ya hace un tiempo vamos viendo, va a llegar hasta donde ellos quieran.
Es el momento de Éxtasis. Y el 11 y 12 de enero en la sala Siroco de Madrid será una gran ocasión para corroborarlo.