DATOS DEL CONCIERTO
Artista: Judith Hill
Fecha: 24 de noviembre de 2024
Lugar: La 2 (de) Apolo, Barcelona
Festival: Festival de Jazz de Barcelona
Promotora: The Project
Fotografías: Yolanda Llopis, Anna Pardo | Crónica: Yolanda Llopis
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Judith Hill, con nombre propio
Podrá parecer poco riguroso o incoherente titular esta crónica «Judith Hill, con nombre propio» y empezarla como lo haré. Con el contexto en el que la conocí en su momento, vinculada a nombres tan magnánimos como magníficos, que tanto podían hacer brillar y despegar su talento, como ocultarlo bajo la sombra de sus leyendas de trágicos finales. Pero este contexto es necesario, no solo para quienes no la conozcan todavía, sino para situarla con toda legitimidad, en el lugar que ocupa hoy en la música soul.
Conocí a Judith Hill en un momento de duelo. Sus imágenes en el Staples Center de Los Ángeles, entre tímida y fascinada, ensayando «I just can’t stop loving you» con un Michael Jackson que preparaba «This is it», la gira que no fue, me impactaron. Todos los artistas que iban a acompañar al Rey del Pop en esos maratonianos shows en Londres se quedaron atrapados en mis pensamientos esos días. Gente muy joven que contaban las horas para girar con su ídolo, que aprendían de él cada día, mientras vivían un sueño. Gente elegida. Personas a las que, de repente, se les truncaba todo. Después de cantar “Heal the world” en el memorial celebrado en Julio de 2009 en el mismo Staples Center, ante una audiencia global , fue el primer funeral televisado del planeta, a Judith la seguí algo más que al resto.
En 2013 fue objeto de deseo de la edición americana de The Voice, aunque no llegó a ganarla. Su talento la llevó a ser la elegida para telonear a figuras como John Legend o a hacer coros a Carole King, George Benson, Stevie Wonder, Rod Stewart o Chaka Khan.
Precisamente por ello, su historia fue una de las que el director Morgan Neville escogió para contar en su aclamado documental “A veinte pasos de la fama” sobre los cantantes detrás de las grandes estrellas de los últimos 70 años, película por cuya banda sonora ganó un Grammy en 2015.
Y nuevamente en su camino se cruzó otro de los grandes nombres de la música de nuestra era. Prince la acogió casi como protegida y juntos llegaron a coproducir su primer trabajo, «Back In Time», grabado en Paisley Park. Tan solo hacía una semana de su último encuentro cuando el de Mineapolis fue encontrado muerto de sobredosis.
Imposible, pues, no pensar en los nombres asociados a Judith Hill y en su repercusión personal y profesional.
Imposible no pensar, también, en esa etiqueta demoledora que le cayó como una losa tras este nuevo trágico fallecimiento. De saberse la elegida, a sentir la crueldad de quienes hablaban de ella como la viuda negra.
Nos lo irá contando un poco durante el concierto. El álbum “Letters from Black widow”, es un auténtico viaje emocional y una potente herramienta para exorcizar esa etapa de dolor y las turbulencias de una depresión. Un ejercicio de renacimiento que empezó tras la pandemia y que se materializa con el trabajo que nos presenta, 12 canciones editadas este 2024.
Así que, dejamos también nosotros atrás los nombres que la rodearon, y empezamos, ahora sí, la crónica del concierto de una artista con nombre propio a rotular en letras mayúsculas. Una artista que se libera creativamente y cuya voz portentosa, conmueve y brilla más que nunca, aclamada como una de las grandes cantantes de soul en USA, y alabada por la revista Rolling Stone por su “estelar potencia de voz”. Sin duda, una perla en la programación del Festival de Jazz de Barcelona, que la acoge un domingo por la noche en La 2 del Apolo.
En escena viene bien arropada. Su talento, y sus orígenes mezcla afroamericana y japonesa quedan al descubierto con sus padres, ambos músicos: Robert “Pee Wee” Hill, que nos deleitará con lecciones brillantes al bajo durante la noche, y Michiko Hill a los teclados. Una madre luchadora y superviviente, también de cáncer, como recordará y homenajeará Judith ya entrado el show. Ambos son bien conocidos en la escena del funk y el jazz de Los Angeles, actuando juntos desde los años 70.
El trío familiar se presenta en Barcelona con una 4ª baza, la que marcará el pulso rítmico del concierto, la batería del ghanés Shabby Oppong.
Los versos recitados desde el piano de “Give your Love to someone else” dan inicio al concierto, aunque no tardará en levantarse y coger la guitarra que disfraza de actitud rockera a esta artista que está fundamentada en el soul y el funk. A la primera de cambio ya nos demuestra su gran potencia vocal.
No se queda corta a la guitarra, y “Let me be your Mother” es una exhibición a las cuerdas.
De nuevo al teclado, “Wanderer” suena fresca y alegre, aunque las percusiones finales que escuchamos en el disco, en directo se transforman en notas más cercanas a la psicodelia en los teclados de su madre.
La melena rizada de Hill bajo el sombrero, sus ojos orientales que parecen alargarse aún más al gesticular sobre la guitarra, toda ella se transforma en actitud Hendrix mientras sus dedos se deslizan rápidos y a su lado, la línea del bajo marcan el camino en “Runaway train”.
La intensidad y la trascendencia marcan “Flame”, casi como un mantra…Give me chaos and give me pain, but you can never kill my flame.
De repente nos invita a ser parte de esa energía, a sentir, a aplaudir, y a convertir en libertad todo ese poder. “Burn it up” cataliza ese momento.
El soul está siempre presente en la voz de Hill, pero el funk sobresale en “We are the power”, ritmos rápidos, falsetes, sonidos 70’s y gritos de guerra en el escenario, que de nuevo nos interpelan: …When I say Turn, you say Up!!! Y así es como entramos en “Turn up”. Ella misma va de la guitarra al teclado, marcando dubidús y pidiendo a su madre que le dé fuerte. Está disfrutando y se permite jugar con el teclado, del que se escapa en forma de travesura un acorde de “Oh Susanna”.
“You got it kit” se inicia en el teclado de Michiko y con una entrada de batería perfecta. Sigo en un viaje a astral a los 70.
Momento para hidratar cuerdas vocales y apaciguar la intensidad con un fantástico semi blues. “Burn it all” sirve también para agradecer al público la noche que le estamos haciendo vivir en Barcelona. La que estamos viviendo nosotros, es más que evidente. El rojo es el color del fuego, y a veces hace falta poner algo más de gasolina, así que… ¡Sigamos que esto no ha sido nada!
Llega “Black Widow”. Si el álbum, tal como decíamos en la antesala de esta crónica, ha servido para afrontar un proceso de colocar en canciones todo el dolor y oscuridad que llevaba dentro, como parte de una curación, esta canción es tal vez la que le ha permitido liberarse del todo y dejar salir de nuevo su voz, con fuerza y coraje.
Nos lo cuenta en una introducción cargada de honestidad, y lo canta a través de una letra dura, de un diálogo interior con aquellas voces acusadoras, internas y externas, que la culpabilizaban de la muerte de Michael Jackson y Prince.
A lo largo del tema, una voz enlatada la acusa, y ella responde con la furia en un canto de desgarro y de dejar salir. Una narración oscura en la que la batería acentúa la ira mientras la guitarra llora. Black widow: hey sir, this is not my name..
Tras la marcha de los demonios, el resurgir. Por este motivo está muy bien colocada en el set list “Dame de la Lumière”, una canción dedicada a todas las mujeres, y en especial a su madre.
Judith Hill escoge muy bien la versión que quiere ofrecernos. «Fire”, uno de los grandes éxitos de los Ohio Players, la banda por excelencia de funk, soul y R&B de los 70. Y si la elección es buena, la ejecución es impresionante. Es también una buena ocasión para presentar a su banda.
Las exhibiciones vocales de jazz y de rithm & blues se suceden en “The Pepper Club”, que da paso a uno de sus primeros éxitos, “Cry, cry ,cry”. Desde la cercanía al escenario, seguro que Judith Hill siente cómo no podemos dejar de aclamar sus giros vocales. Hay mucho soul en las venas y en las notas de la guitarra, donde se pierden y fusionan las de su voz.
En «Queen of the Hill» vuelve a dirigirse a la cool Barcelona, para que todos seamos parte de esa exhibición de música y sensaciones.
Pausa para retirarse del escenario, aunque todavía nos queda disfrutar de los dos últimos temazos de la noche, “My hole life is in the wrong key” y “Gypsy lover”.
El concierto acaba y sentimos haber vivido una especie de experiencia única y ser poseedores de un gran privilegio.
El tiempo corroborará si estamos ante una de las futuras divas del soul. Si nos preguntan a los que hemos llenado la 2 del Apolo una noche de noviembre, nosotros ya la hemos coronado. La hemos elegido. Y su nombre merece al fin brillar como su talento. Judith Hill, con nombre propio.
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